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Lo que nadie te dice antes de comprar una moto china en Colombia

En los últimos años, las motos de origen chino han ganado un espacio notable en el mercado colombiano.

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Lo que antes se percibía como una opción de bajo costo y dudosa calidad. Hoy, sin embargo, se está transformando en una alternativa cada vez más competitiva. Cuenta con mejores acabados, mayor soporte posventa y avances tecnológicos que comienzan a cerrar la brecha con marcas japonesas tradicionales. Sin embargo, antes de tomar la decisión de comprar una moto china, hay aspectos clave que muy pocos mencionan y que conviene tener claros.

Primero, es importante entender el crecimiento real del mercado chino en Colombia. Según cifras de la ANDI y Fenalco, más del 45% de las motos comercializadas en el país provienen de fabricantes chinos. Muchas de estas motos vienen bajo marcas ensambladas localmente como AKT, Victory, Jialing o Benelli (con respaldo italiano pero fabricación en China). Incluso marcas indias como TVS o Bajaj compiten codo a codo con modelos de origen chino. Año tras año, estos modelos ganan cuota en las principales ciudades y zonas rurales del país.

Las motos chinas toman fuerza

Uno de los grandes secretos del éxito de las motos chinas es su relación costo-beneficio. Es común encontrar modelos 125 o 150 cc por debajo de los $7 o $8 millones. Estos modelos vienen con diseños atractivos, buena tecnología y accesorios incluidos como parrillas, protectores de motor o frenos de disco adelante y atrás. Para muchos compradores, sobre todo quienes necesitan una herramienta de trabajo o su primera moto, la diferencia de precio frente a una japonesa puede ser de hasta 3 millones de pesos o más. Esta diferencia de precio inclina la balanza rápidamente.

Lo que pocos advierten es que, aunque la brecha de calidad se ha reducido considerablemente, aún hay diferencias técnicas que vale la pena considerar. Las motos chinas suelen tener acabados más simples en materiales plásticos, menor precisión en los componentes eléctricos. En algunos casos, tienen motores que no soportan igual de bien los ritmos exigentes o largas distancias sin un mantenimiento riguroso. Esto no significa que sean malas, pero sí que requieren más atención y cuidados frecuentes, especialmente si se usan intensivamente.

Otro punto clave es el soporte técnico y disponibilidad de repuestos. Marcas como AKT y Victory, por ejemplo, han hecho un buen trabajo en construir una red nacional de servicio, centros de repuestos y alianzas con talleres. Pero no todas las marcas chinas tienen este respaldo adecuado. Por lo tanto, algunos compradores se enfrentan a esperas largas para conseguir piezas o a la necesidad de usar repuestos genéricos. Este problema se agrava si vives en municipios pequeños donde no hay distribuidores oficiales.

Para dar complemento a esto, Auteco tiene un CEDI inmenso con más de 75.000 repuestos para las diferentes marcas que operan, entre ellas las chinas. Por lo tanto, hay respaldo post venta sin duda alguna.

Siguen evolucionando como cualquier otra marca

En cuanto a tecnología, el salto ha sido enorme en comparación con los años anteriores. Hoy encontramos motos chinas con inyección electrónica, luces LED, tableros digitales completos, arranque sin llave e incluso conectividad vía Bluetooth. Estas características eran impensables en este segmento hace solo 5 años. Marcas como Benelli, Zontes o Voge ya ofrecen motos con componentes que rivalizan directamente con Honda, Yamaha o Suzuki. Incluso compiten con diseños más modernos y agresivos.

Lo interesante es que muchas motos de origen chino usan proveedores globales de componentes, como frenos Nissin, suspensión KYB o motores diseñados por empresas como Loncin o Zongshen. Estas empresas incluso fabrican para BMW o Piaggio. Esta tercerización ha elevado el estándar de calidad y ha mejorado la percepción de confiabilidad. Especialmente en modelos de media cilindrada (250cc o más).

Pero ojo, la depreciación sigue siendo un factor. Aunque las motos chinas se venden bien nuevas, su valor de reventa es más bajo comparado con una japonesa. Esto se debe a la percepción aún existente sobre su durabilidad y a la abundancia de oferta en el mercado. Si piensas cambiar de moto a mediano plazo, esto puede afectarte al momento de negociar o revender.

En conclusión, las motos chinas en Colombia ya no son lo que eran. Han mejorado, madurado y en muchos casos ofrecen un desempeño más que digno por el precio que se paga. Pero no son una ganga mágica ni una opción sin compromisos. Requieren una inversión consciente, con conocimiento del respaldo de la marca, disponibilidad de repuestos y un plan de mantenimiento más riguroso. Si eliges bien, puedes llevarte una moto con mucho valor por tu dinero. Solo que, como todo en este mundo, lo barato bien investigado, puede salir muy bueno.

Sin más qué, los dejamos con la última prueba que hicimos de una AKT. Son motores chinos, desarrollados con Loncin y que son de gran reputación en el país. Leeremos sus comentarios y estaremos atentos a esas novedades que allí nos hagan saber.

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