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El adiós a un amigo incondicional

 

La vida nos permite ver pasar por nuestras vidas muchas personas, algunas van y vienen sin mayor razón de ser, otras, por el contrario, nos marcan para siempre, aun cuando haya sido un momento fugaz.

El equipo de Publimotos atraviesa por un momento muy triste -estamos de duelo- el dolor de la pérdida de un compañero, amigo y, sin dudas, un “pá las que sea” nos invade.

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Nuestro hermano Edwin Lopez, guerrero de mil batallas, ha partido, no por culpa de las motos, su pasión eterna, si no infortunadamente por la violencia que cada vez cobra más víctimas en este país, producto de la intolerancia con la que diariamente vivimos y a la que tristemente nos hemos acostumbrado.

Nuestro “Superman”, sobrenombre que se ganó por ser un viajero inagotable. Recorrió de cabo a rabo nuestra geografía nacional en una moto durante tres oportunidades, en la recolección de las bases de datos del Anuario del Motociclista y llevando la revista Publimotos a lugares recónditos, durante cerca de nueve años, ejerciendo una labor fundamental para la empresa. Todo un experimentado en lo que hacía, que conocía cada punto estratégico donde había un sitio relacionado con las dos ruedas.

Fue un amante de las motocicletas, en especial de las superbike (soñaba con tener en algún momento una R1, R6 o una R1000 de BMW) manejó una gran cantidad de motos en la revista; amante a la velocidad, de la música y enamorado de la vida.

Constantemente trasmitió buena vibra, entusiasmo y una manera de ver la vida sin complicaciones; la tristeza y la soledad eran sus enemigos; no sabía de orgullo ni mucho menos de egoísmo. Por eso una de sus misiones en esta vida fue hacer reír, colaborar, ser incondicional y establecer vínculos de amistad.

Siempre se mostró desinteresado por lo material y lo poco o mucho que tenía lo compartía con los demás sin mayor reparo; la humildad era su fiel compañera y el espíritu de servir su mayor virtud. La personalidad arrolladora, descomplicada y espontanea hicieron que fuera recordado por donde pasaba, por eso fueron muchos los amigos que consiguió en esta vida, muchas la personas que escuchó y a las que sus actos tocaron el corazón. Nunca le importó el qué dirán, de este modo era común verlo bromear, hacer el “oso” y ante todo robar risas, carcajadas y momentos de alegría con sus ocurrencias. Una manera particular de hacerse notar y hacerse inolvidable.

Hoy sus compañeros de trabajo, compañeros de estudio, amigos, conocidos lo lloramos y desde ya lo extrañamos, no es fácil saber que partió muy joven y desde luego con una vida por delante y muchos planes por cumplir.

La impotencia se apodera de nosotros y la garganta se cierra al intentar consolar a sus familiares, solo nos resta acompañarlos en esta pena y pedirle a Dios que les dé mucha fortaleza para sobrellevar este momento.

Edwin siempre será recordado con una sonrisa y tiene un espacio en el cielo donde seguro sus picardías harán alegres a tantas almas tristes.

 

Por: Leonardo Hernández

 

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