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La diversidad de paisajes que se pueden encontrar en nuestro país son infinitos, a menos de dos horas de Bogotá puede encontrarse en tierra caliente, o visitar el llano y ni qué decir del verde en las montañas boyacenses.

Varias veces decimos, con suspiros nostálgicos lo rico que sería conocer las Maravillas del mundo como la Torre Eiffel, el Taj Mahal, las Cataratas del Niágara o para no ir tan lejos Machu Pichu, sin saber que en Colombia hay espectáculos naturales que estoy seguro, le sacarían las emociones más profundas y sin necesidad de invertir tanto dinero.

Pues bien, voy a hablar de sólo uno de ellos y se trata del Avistamiento de Ballenas Jorobadas, un espectáculo al estilo del mejor celuloide que nos ofrece la naturaleza en las costas colombianas del océano pacífico.

Un grupo de amigos moteros con la compañía de Publimotos rodó en el pasado puente de agosto desde Bogotá a Buenaventura, específicamente a Juanchaco y Ladrilleros un par de playas que sirven de puente para ver a estos cetáceos que arriban en julio, nos brindan su magnánima presencia y se marchan de nuevo en octubre.

El viaje

Estos motociclistas amantes de la aventura y apasionados por conocer su país, ya habían indagado precios, medios de transporte, alojamiento, comida y todo lo que se necesita para un viaje de estas dimensiones. Con sus motos listas y bien revisadas fueron saliendo a diferentes horas del día, los que más tarde lo hicieron fue a las 10:00 p.m. luego de su jornada laboral a la cual le sumaron un viaje de 12 horas seguidas donde hay que atravesar la línea y sortear con los diferentes obstáculos que se presentan en horas de la noche por las carreteras colombianas.

Por fortuna la prudencia y el buen manejo de sus máquinas fueron factores determinantes para haber podido llegar sanos y salvos, sin embargo, como lo dijo nuestro representante de Publimotos en la rodada, “el cansancio es una condición del cuerpo que en momentos no se puede dominar y para manejar moto y más viajando hay que estar al cien por ciento física y mentalmente, por ello no es recomendable hacer estas hazañas”.

Entre las motos que se dieron cita estaba una TVS Apache, una Pulsar 200 NS, dos Kawasaki Versys de 650 y 1.000 cc, una V strom, una Triumph Tiger 1.050, entre otras, que tuvieron que superar el maltrecho camino que hay desde Buga hasta Buenaventura. Ya en la ciudad puerto, dejaron sus motos en el comando de la policía que se portó a la altura y a la cual el grupo envía un saludo de agradecimiento.

Desde el puerto hay que tomar una lancha de doble motor que tarda una hora en llegar a Juanchaco, un pueblo que por la importancia y ubicación debiera de gozar de un mayor cuidado por parte del gobierno, ya que la pobreza, falta de industria y errado manejo del turismo, evidencian una deficiente calidad de vida para sus habitantes, que esperan con ansiedad esta época del año para poder conseguir algunos pesos, lástima porque la calidad de gente que vive allí es magnífica.

El alojamiento es uno de los puntos más importantes y de cuidado que se debe tener al viajar, es el sitio donde se descansa, se guarda el equipaje y puede ser un punto de ubicación o encuentro. En Juanchaco se encuentra el hotel Asturias, un lugar acogedor al mejor estilo del trópico donde sus huéspedes pueden disfrutar de la atención y la calidez de los nativos.

El avistamiento

Por tratarse de un hecho natural, hay que acatar ciertas precauciones o cuidados, que se deben tener al tratar con las aguas de Poseidón y sus criaturas, lo primero es tratar de no ir más de cinco embarcaciones al tiempo en la zona donde presuntamente están las ballenas, al estar allí apagar los motores para no asustarlas y como en estas embarcaciones se distribuye a la gente en dos filas, hay que mantenerse en el puesto, esto tiene una explicación lógica y es que si la gente se lanza a un solo lado de la lancha, esta se volcaría y aunque no hay registros de ataques a humanos por parte de estas ballenas, es mejor evitar malos ratos, la excursión se debe hacer en un tiempo máximo de 30 minutos. Nuestros moteros se transportaron el tiempo que se necesitó en una lancha de la policía, sin pagar un peso y además recibieron toda la información del sitio de forma desinteresada por parte de la institución.

Ballenas Jorobadas, acróbatas por naturaleza

Las ballenas jorobadas viven la mayor parte del año en la Antártida, no obstante para la época de avistamiento viajan 8.000 kilómetros hasta llegar a las cálidas aguas del océano Pacífico que mantienen temperaturas entre los 25 y 28 grados centígrados, por los lados de las costas colombianas. Esto se debe a que en esta zona del planeta no hay estaciones definidas sino temporadas secas y lluviosas, así las cosas, el clima no presenta variaciones bruscas.

Por esta razón estos mamíferos gigantes que pueden alcanzar 18 metros de longitud (nueve motos promedio, unidas a lo largo) y 45 toneladas de peso, llegan en julio para cumplir actividades propias de su naturaleza: apareamiento, parto, lactancia, crianza, reposo y socialización. Sus saltos, golpes de cola y aletas, hacen que cualquier persona se emocione al ver a estos titanes del mar, los ballenatos son los más activos y curiosos, a veces son los que se acercan sin miedo a las embarcaciones pero sus madres los empujan, o simplemente se les atraviesan en el camino evitando el contacto.

Su gruesa capa de grasa les permite soportar temperaturas muy bajas y pueden llegar a sumergirse hasta 300 metros, no obstante, lo deben hacer en menos de 45 minutos, tiempo máximo que se le ha cronometrado a una jorobada sin subir a la superficie a respirar.

El retorno

Como toda aventura, esta también tiene su fin, pero en las memorias de estos moteros vive inmarcesible el recuerdo de sus viajes a San Agustín, San José del Guaviare, eje cafetero donde se encontraban un día en el Nevado del Ruiz, jugando muy confiados con la nieve, olvidaron que al estar mojados en temperaturas bajas, el cuerpo puede llegar a un estado de hipotermia, bueno, este no fue el caso, pero estuvieron a punto, porque como ellos mismos dicen, “alcanzamos a sentirnos congelados y daba la impresión que si alguien nos apretaba la mano muy duro, nos la rompería”.

Ahora bien, si afortunadamente tuvieron la suerte de ver a las ballenas saltar al frente de ellos, cosa que hasta los mismos nativos dicen que es una lotería hacerlo, parece que el resto de peces estaban también de puente, ya que nuestros protagonistas que llevaban sus cañas de pescar no consiguieron ni para adornar la pecera de sus casas.

Finalmente su regreso a la capital fue exitoso, con la satisfacción de la misión cumplida y con otra experiencia más que va sumando kilometraje en conocimiento, goce y con el convencimiento que en Colombia hay miles de planes por hacer, millones de lugares por conocer y todo esto acompañados de sus amigas inseparables: las motos.

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