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“Ni un repartidor menos” ¿Cuánto vale ser rappitendero?

Ni un repartidor menos es lema que agremia a los trabajadores, motociclistas y ciclistas de todos los sectores económicos, incluyendo a los que trabajan con las aplicaciones de domicilios.

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Hace ya casi una semana, el New York Times titulaba en sus páginas “Trabajadores de reparto de Rappi en Bogotá, Colombia, hacen huelga por condiciones”. Refiriéndose a la concentración de trabajadores del aplicativo, que se reunían en el norte de la capital, exigiendo derechos y garantías laborales.

Para nadie es un secreto que ser domiciliario no es algo sencillo, pero son pocos los que se han dado a la tarea de ver el trasfondo y las condiciones que hay detrás del  grupo de personas. En palabras de Ricardo Díaz, líder sindical de los trabajadores de Rappi, “estas aplicaciones se están aprovechando de las necesidades básicas de las personas, para prácticamente esclavizarlas sin ningún tipo de garantía”.

Lo anterior es una crítica al modelo laboral implementado y a la transformación del trabajo que se ha dado a partir del aumento del desempleo y más, después de la pandemia y la migración venezolana. “En un país dónde el desempleo llega casi al 25%, las personas se ven obligadas a trabajar bajo condiciones precarias o simplemente no comer” Según Ricardo.

Pero la pregunta es ¿Cuánto gana un rappitendero?

El valor en este caso, se debe tomar en dos frentes, la primera, sobre lo que se gana por recorrer una x distancia con algún pedido, y la segunda, el factor tiempo que se invierte.

Según el representante del gremio, actualmente el promedio por pedido no supera los 2.500 pesos; el cuál ha disminuido, en la medida que más personas se van uniendo al aplicativo; el problema se agrava cuando las distancias se alargan.

“Antes un domiciliario en moto se ganaba hasta 4.000 pesos al momento de recorrer una distancia de unos dos kilómetros, ahora, tiene que transitar hasta 10, para hacerse de la misma cantidad”

Todo lo anterior, sin tener en cuenta las cuestiones temporales, al fin y al cabo, estamos en una ciudad donde uno puede gastar, hasta una hora en ir y volver, al entregar un pedido relativamente cercano.

Eso significa que una persona podría estar disponible hasta 12 horas para hacerse de 30.000 pesos en un buen día, eso sin contar el consumo de combustible, SOAT, revisión, el pago de datos e incluso la puesta de uniforme y maleta, que según las dimensiones, podrían mejorar las oportunidades de un pedido.

Lógicamente el punto neurálgico es el ganar esa cantidad, sin derecho a las mínimas garantías laborales, como el acceso a salud, pensión, vacaciones… etc, y en caso de fatalidades estar totalmente descubierto, en un trabajo de alto riesgo.

De ahí, las razones de la movilización del sábado pasado, y probablemente de próximas protestas en las que se están organizando el gremio a nivel nacional, la cual, contará con el apoyo de agremiaciones de países como Japón, España, Estados Unidos, y prácticamente toda Latinoamérica, en el caso de que Rappi y el gobierno de Colombia, no garanticen una condiciones mínimas de subsistencia, según el líder.

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