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Bogotá y Cartagena | Movidas por el torque de las motos, pero que arrastran importantes retos

Accidentalidad, restricciones y desafíos que afrontan los motociclistas en el caribe y el altiplano.

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La motocicleta es un vehículo universal que ha conectado continentes, países y culturas en todo el mundo. Esa realidad se puede apreciar con claridad en las vías y caminos de Colombia, donde las motos recorren montañas y costas en todo el país.

Dos exponentes de esa afirmación son las ciudades de Bogotá y Cartagena, donde las motos han jalonado el desarrollo de amplios sectores urbanos y rurales. Sin embargo, esa evolución ha tenido caminos distintos en las ciudades citadas, donde falencias en los sistemas de transporte público, las dinámicas macroeconómicas y productivas, el desplazamiento forzado y factores asociados a la educación de sus pobladores, han estimulado fenómenos como el mototaxismo, y el aumento en la siniestralidad.

Según datos revelados por el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, los usuarios de moto son las victimas más afectadas en Colombia, “representando un 59,4 % del total de fallecidos y un 61% del total de casos de personas valoradas” tras sufrir algún accidente en lo corrido del 2021.

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En 2019 Cartagena perdió 49 personas mientras se desplazaban en motocicleta y 521 más resultaron lesionadas, lo que representa un 0,48 por ciento del promedio total de sus habitantes para esa anualidad. Esta cifra cobra relevancia si revisamos los datos en la capital del país, donde la población es ocho veces mayor que en el Corralito de Piedra.

Según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal, 167 personas perdieron la vida ese mismo año en Bogotá mientras se transportaban en motocicleta, lo que representa el 0,23 por ciento del total de su población.

Los alarmantes datos se pueden asociar a la proliferación descontrolada del fenómeno del mototaxismo en Cartagena de Indias, que ofrece alternativas de movilidad para comunidades distantes de las rutas del Sistema Integrado de Transporte, que según datos del programa Cartagena Cómo vamos, solo ha alcanzado el 52 por ciento de implementación, y cubre apenas el 58 por ciento del área urbana de esa ciudad.

La llegada masiva de habitantes de la provincia por factores asociados a la violencia, la migración internacional proveniente de Venezuela y la reducida oferta laboral que tiene esa urbe, son combustible de alto octanaje para estimular y perpetuar el mototaxismo como modus vivendi de un importante segmento de la población.  

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Este panorama se revela en una ciudad que por años mantuvo una restricción mensual promedio de 12 días sin poder mover las motos, con medidas como el pico y placa y día sin moto, que se aplica cada dos viernes. Esa realidad se flexibilizó con el más reciente decreto 0279, que ahora restringe la circulación de una moto en promedio 6 días por mes.

Las motos en Bogotá le habían sacado el quite a este tipo de restricciones hasta el 2022, cuando la alcaldesa Claudia López anunció medidas para cuidar a Bogotá de esa amenaza criminal y terrorista que estamos enfrentando”. El anuncio de restricciones al acompañante durante tres días a la semana generó multitudinarias protestas pacíficas del gremio motero en la ciudad que, tras dos días de movilizaciones, logró acuerdos con el gobierno distrital; situación que no se alcanzó en Cartagena con el más reciente decreto que regula las restricciones, donde además de protestas, hubo desmanes y destrucción parcial de buses y estaciones del sistema de transporte masivo, sin que eso desembocara en modificaciones al decreto firmado por el alcalde William Dau.  

Esta disparidad en el comportamiento de los usuarios de motocicletas frente a las medidas de restricción en cada ciudad, también podría revelar detalles sobre sus cualidades para afrontar la responsabilidad de conducir estos vehículos, arrojando los datos ya expuestos sobre siniestralidad.

El fenómeno del mototaxismo también tiene un nicho en Bogotá, soportado en gran medida por una aplicación móvil que, según los datos, realiza en promedio más de 50 mil viajes diarios. “La falta de regulación y control es un incentivo perverso para que surjan otros modelos de negocio que se aprovechen de los vacíos legales”, según lo expresado por Omar Oróstegui, director de Bogotá Cómo Vamos al periódico El Tiempo.

Las autoridades han jugado un papel fundamental en este camino, pero como acompañantes o “pato” del motociclismo, pues no han agarrado los manubrios de una realidad que se hace evidente con las 10.136.593 motos registradas en el país, lo que representa el 60 por ciento del parque automotor de Colombia en 2021, según el RUNT.

El Ministerio de Transporte ha insistido que el mototaxismo no será regulado, pues “la moto como tal no puede ser una solución de transporte público”, según lo afirmado recientemente por Ángela María Orozco, ministra de transporte, en Cartagena. Esta postura del alto gobierno hace resaltar una pregunta: ¿cuál es la solución al mototaxismo?

Las autoridades nacionales y locales no puede seguir ofreciendo como única alternativa para la gran cantidad de ciudadanos que encuentran en las motocicletas una alternativa asequible para transportarse y trabajar, un camino tortuoso minado por restricciones que también afectan el bolsillo.

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